domingo, 7 de junio de 2009

Regulación de sueldos, la experiencia boliviana

Hacen ya varios años, desde que Evo Morales asumió la Presidencia de la, en ese entonces República de Bolivia, hoy Estado Plurinacional de Bolivia, que se tomó la decisión desde su primera magistratura de hacer una regulación de los sueldos y salarios que percibían los funcionarios públicos.

Se dijo en ese entonces que no era posible por una cuestión de solidaridad entre bolivianos, el permitir que unos ganaran tan poco y otros tanto. Se señaló que la crisis debía ser compartida y que una de las formas para hacerlo era reduciendo los ingresos de los que ganaban más y subir en cierto modo los de quienes percibían menos.

La intención buena en principio, resultó en los hechos que se igualó para abajo y no para arriba, es decir, la intención primera no era necesariamente vivir mejor, sino como reza el lema de la propia Constitución, el vivir bien.

Ese vivir bien, se puede interpretar de la siguiente manera: en Bolivia, muchísima gente recibía ingresos muy bajos, y era necesario por un principio de justicia social, subir su nivel de vida para que pueda vivir bien. Lo cuál no necesariamente implica que sea mejor en términos absolutos, pero si relativos. El vivir mejor, se suponía que no resolvía el problema de pobreza de Bolivia, ya que los ricos que viven mejor, vivirían mucho mejor, y los menos favorecidos, el que vivieran mejor, no necesariamente implicaba que vivieran bien, pobres o menos pobres era prácticamente igual.

Ahora bien, en ese momento ya se señaló que no se debía aplicar regulaciones tan profundas a los sueldos y salarios de los funcionarios públicos, ya que eso representaba una disminución en la calidad de vida de estos, y una desmejora en los servicios que podría prestar la Administración Pública, entendiendo esa desmejora como apatía funcionaria, desdén, ineficiencia e ineficacia, y peor aún como aliciente para el aumento de la corrupción. Todo esto se terminó comprobando en la realidad.

Hasta aquí no he mencionado el hecho de que juntamente con la medida de que nadie podría ganar más que el Presidente en la administración pública, se decidió reducir el sueldo del propio Presidente a sólo una fracción de lo que recibía su investidura. Aproximadamente unos dos mil dólares mensuales. Para un país pobre, nada mal, pero para muchos, insuficiente.
La administración pública, y las empresas públicas del país, han sufrido las consecuencias: corrupción, improvisación, gente poco preparada para los cargos, desidia, ineficiencia e ineficacia en ambas.

Que la gente viva ahora bien, es muy cuestionable, en el diario vivir más bien parecería que a la gente le va peor, a nuestras empresas les va peor, a la Administración Pública y las empresas públicas les va peor.

Pero parece que alguien se está dando cuenta en el entorno del Presidente, y las cosas poco a poco van cambiando en este particular aspecto del salario, pero no de la manera que sería de desear, ya que aspectos que podrían entenderse como un reconocimiento de errores y la necesidad de enmendarlos a la brevedad posible, se traducen en la formulación de sospechas, quién sabe si fundadas o no, de que lo que en realidad se hace es favorecer a unas pocas personas del entorno gubernamental con mejores sueldos.

Para muestra un botón, uno de los últimos decretos supremos, el No. 153, aplica una escala salarial mucho más alta que el sueldo presidencial a los pilotos y otros cargos jerárquicos de la nueva Empresa Pública Nacional Estratégica Boliviana de Aviación, BOA. Parece que alguien pensó que si no pagas bien a un piloto para que arriesgue su vida todos los días, probablemente tengas que ocupar su puesto con alguien muchísimo menos calificado que esté de acuerdo y en la necesidad de hacerlo. Resultado probable: malos despegues, malos aterrizajes, y sólo Dios sabe qué más.

Pero, si es tan importante el pagar bien al piloto de una aeronave, no será exactamente igual de importante el pagar bien a quienes conducen la nave del Estado?, o para eso no importa? El tiempo nos dará la respuesta.

De todos modos, sería bueno que se tomen las medidas en cuanto a los salarios y los sueldos de una manera más orgánica. Porque eso de tener que sacar decreto tras decreto incluso para fijar el sueldo de un piloto de avión, no puede ser considerado menos que un verdadero absurdo en cualquier país.

La idea de la solidaridad entre los bolivianos fue y es buena, los mecanismos mediante los cuales tratan de implementarla, pésimos.

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